22 La carta del rey decía lo siguiente: «El rey Antíoco saluda a su
hermano Lisias.
23 Habiendo pasado nuestro padre donde los dioses, deseamos que
los súbditos del reino vivan sin inquietudes para entregarse a sus
propias
ocupaciones.
24 Teniendo oído que los judíos no están de acuerdo en adoptar las
costumbres griegas, como era voluntad de mi padre, sino que prefieren
seguir sus propias costumbres, y ruegan que se les permita acomodarse
a
sus leyes,
25 deseosos, por tanto, de que esta nación esté tranquila, decidimios
que se les restituya el Templo y que puedan vivir según las costumbres de
sus antepasados.
26 Bien harás, por tanto, en enviarles emisarios que les den la mano,
para que al saber nuestra determinación, se sientan confiados y se dediquen
con agrado a sus propias ocupaciones.»
27 La carta del rey a la nación era como sigue: «El rey Antíoco saluda
al Senado de los judíos y a los demás judíos.
28 Sería nuestro deseo que os encontrarais bien; también nosotros
gozamos de salud.
29 Menelao nos ha manifestado vuestro deseo de volver a vuestros
hogares.
30 A los que vuelvan antes del treinta del mes de Xántico se les
ofrece la mano y libertad
31 para que los judíos se sirvan de sus propios alimentos y leyes
como antes, y ninguno de ellos sea molestado en modo alguno a causa de
faltas cometidas por ignorancia.